sábado, 17 de febrero de 2024

Escritura creativa 2 (lo encontrado es deuda)

Cuanto tiempo, ¿no? Ya después medio año, esto empieza a oler a muerto (como si hubiera estado vivo en algún momento). Un poco más y comienzan a aparecer tumbleweeds o rodapajas (estepicursores) como si del desierto se tratase.
¿Qué mejor manera que usar de desfibrilador uno de esos texticos (los cuales parecen que van a ser lo que caree este blog) que escribí cuando era más petit? Encima en este caso va mi favorito (y al parecer el de la profesora, pues se ganó un "Muy bien"), el que creo que más se parece a como escribo actualmente (sin contar faltas, tildes, comas, mayúsculas y el dichoso dijo, que están corregidas y no sé presencian o no deberían excepto en la foto) y el primero de todos. 
Ahí va un poquillo modificado (pero menos que el anterior, pues como he dicho, en mi opinión es de los mejores):

Tomás es el director de una gran empresa de croquetas de jamón. Un día, un cliente llama por teléfono muy enfadado diciendo que se ha encontrado una hormiga dentro de las croquetas.
Entonces se da cuenta, de qué tiene una gran plaga de hormigas en su almacén. Llama a los exterminadores de plagas, pero no son capaces de hacerlas desaparecer.
Entonces Tomás tiene una idea…
(Fin del principio dado.)
quemar todo para matar a las hormigas, pero su alma zen (mi yo pasado puso un pie de página con una aclaración la cual se llevó un “muchas gracias” de parte de mi profesora. Alma zen: lo de los budas y el Yin y el Yan) le dice:
—¡Respeta a los seres vivoooooos! —cantó el alma con una música muy relajante, tanto que puede matarte al relajar tu corazón tanto hasta hacer que deje de Latyr (Eso no lo ponía así en el original, pero “when you know, you know”, que diría una cantante de esas famosas). Tomás fue más fuerte y escapó de vuelta a la vida real, pero estaba cambiado, ahora era un ser malvado y quemó el almacén.
Después de eso, volvió a ser normal, pero al ver que se quedó sin almacén y sin qué vender, ya que quemó sus croquetas, le dio la verdadera depresión del Guadalquivir (Esto tiene una historia detrás. Resumiendo: una vez en clase estábamos dando el relieve de España y esas cosas cuando me tocó salir a señalar uno de ellos. Yo, que había dormido tirando a poco, insistí en que fuese mi compañera de al lado por mí y al no conseguirlo salí arrastrando los pies cabizbaja. La profesora me dijo: “¿Tienes la depresión del Guadalquivir o qué?”) y me quedé con el mote de “La de la depresión del Guadalquivir” por el resto del curso.)
—¿Qué te pasa Tomás, el que siempre quiere más —preguntó el rapero Juan Juanito, un buen pana del Tomás, que se coscaba de todo y pasaba por allí.
—Pues que estoy triste porque quemé mi almacén.
—¿Tu almacén se prendió en llamas? Espera que llamo a la llama y si eso, mientras viene, te cuento una rima y te subo la autoestima.
Después de aproximadamente diez minutos, apareció la llama Josefina con su furgoneta rosa y apagó el fuego con un poco de parsimonia (Me acuerdo que usé esa palabra porque la aprendí hace poco y quería emplearla. Esto me sigue pasando bastante a menudo, pero con, ajum…, palabras con otro tipo de significado más concreto como lascivia o zoonecrófilo). Y Tomás volvió a su almacén feliz, pero aprendió a no ser impulsivo y a pensar antes de actuar.

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